El oasis secreto a un paso del centro de Madrid: la ruta fluvial para ver animales salvajes este otoño

Belén Valdehita
Belén Valdehita 22 Diciembre, 2025

¿Buscas un plan diferente sin coger el coche demasiado tiempo? Descubre este sendero lineal junto al Manzanares, una joya natural donde el bosque madrileño se llena de vida y color.

Senda Corredor Ecológico del Río Manzanares, en Madrid
Descubre la magia de la Senda Fluvial del Manzanares, un paraíso dorado en El Pardo donde el bosque madrileño se llena de vida en otoño.

Con la llegada del otoño, el entorno natural de la ciudad de Madrid experimenta una metamorfosis cromática fascinante. Los verdes profundos de las encinas se entrelazan ahora con los matices ambarinos y terrosos de la vegetación de ribera. Es el momento de las mañanas frescas y las tardes de luz suave, condiciones que invitan a calzarse las botas y perderse por senderos que parecen estar a cientos de kilómetros de la Puerta del Sol, aunque en realidad se ubiquen a apenas unos minutos del asfalto urbano.

Esta propuesta de ocio no requiere de una preparación física de élite ni de equipamiento técnico complejo. Se trata de una inmersión total en el "pulmón" de la Comunidad Autónoma de Madrid, aprovechando que el termómetro da un respiro antes de que el frío invernal se instale definitivamente.

El plan consiste en caminar, respirar aire puro y desconectar del ruido diario en un entorno donde el agua es la verdadera protagonista. Además, la suerte juega un papel esencial, ya que la biodiversidad de la zona permite encuentros inesperados con la fauna local que habita estos montes históricos.

Senda Fluvial del Manzanares: naturaleza pura para todos

La propuesta a la que nos referimos es la Senda Corredor Ecológico del Río Manzanares, un trazado que serpentea por los dominios de El Pardo. Este itinerario destaca por su accesibilidad total, siendo una alternativa de baja dificultad y para todas las edades. Con una extensión que apenas supera los siete kilómetros y medio, el camino es prácticamente llano, lo que facilita que tanto niños como mayores completen el recorrido sin fatiga.

Senda Corredor Ecológico del Río Manzanares
El otoño es el momento perfecto para caminar junto al río Manzanares y observar cerca a los corzos y jabalíes en su hábitat natural.

El punto de partida se sitúa en el área de Somontes, un lugar estratégico de fácil acceso. Desde allí, el visitante puede elegir entre dos variantes que corren paralelas: una pista más despejada y cómoda, o la propia "Senda fluvial", un camino más íntimo y angosto que se pega literalmente a la orilla del agua. Lo mejor de este diseño es que ambas opciones se conectan en varios puntos, permitiendo alternar entre el frescor de la maleza ribereña y la claridad de los tramos más abiertos.

A medida que avanzamos, la vegetación nos envuelve con chopos, salsas y eneas que, en esta época, ofrecen un espectáculo visual de primer nivel. El estado de conservación de la ruta es excelente y la señalización evita cualquier pérdida, marcando con precisión los tiempos y distancias. Es una oportunidad de lujo para conocer las llamadas hidrotecnias, pequeñas obras de ingeniería que gestionan el caudal y crean microclimas donde las aves acuáticas se sienten como en casa. Todo esto configura un entorno con un valor ambiental de primer orden en pleno Madrid.

Cómo ver corzos y jabalíes en Madrid este fin de semana

Uno de los mayores reclamos de este trayecto es la posibilidad real de avistar fauna en libertad. Al adentrarnos en los dominios del Monte de El Pardo, especialmente cerca de la pasarela de Mingorrubio, el entorno se vuelve más salvaje. En silencio y con un poco de paciencia, incluso puedes llegar a ver corzos y jabalíes cruzando el camino o descansando entre el pinar. El otoño es especialmente mágico en este sentido, ya que coincide con eventos naturales como la berrea, momento en el que los grandes mamíferos se vuelven más visibles y activos en el bosque.

Corzos y jabalíes en otoño
El otoño es el momento perfecto para poder avistar jabalíes y corzos.

La ruta concluye en la imponente Presa de El Pardo, una estructura que desde los años 70 vigila el paso del río. Antes de llegar allí, el sendero atraviesa varias áreas de descanso equipadas con mesas y fuentes, perfectas para hacer una parada técnica y tomar un tentempié. Es un recorrido lineal que se completa en unas dos horas, tiempo más que suficiente para recargar pilas antes de regresar a la rutina. La mezcla de bosque mediterráneo y ribera fluvial crea un ecosistema único que parece sacado de un documental.

Para quienes buscan una experiencia de lo más completa, cruzar hacia el área de Mingorrubio es casi obligatorio. Allí, el aroma a pino y la densidad del monte nos recuerdan por qué este lugar ha sido protegido durante siglos. Es un espacio donde la naturaleza dicta las normas y el senderista es un mero invitado. Si tienes la cámara lista, es muy probable que te lleves un recuerdo inolvidable en forma de fotografía de algún ejemplar de ciervo o gamo, culminando así un día de campo perfecto sin haber gastado apenas combustible ni tiempo en desplazamientos largos.

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