Catoira, un histórico municipio en Pontevedra con una divertida fiesta vikinga

Maria Reig 14 Marzo, 2024

Historia y diversión no tienen por qué estar desvinculados. Este municipio gallego ha sabido atraer a numerosos turistas con una curiosa iniciativa.

Catoira, Pontevedra
Concello de Catoira

A 37 kilómetros de Santiago de Compostela, en el corazón de las Rías Baixas, en la desembocadura del río Ulla y al fondo de la ría de Arousa, descubrimos la localidad de Catoira, municipio de Pontevedra. Su clima, más agradable respecto a otras ciudades gallegas, hizo que allí se establecieran poblaciones desde épocas muy antiguas, por lo que encontramos huellas desde la Edad de Bronce.

Su atractivo entorno natural de bosques espesos, marismas y playas fluviales, así como su enorme historia, son elementos suficientes para visitar Catoira. Allí podremos encontrar petroglifos prehistóricos, visitar monumentos históricos como las Torres de Oeste y observar hasta tres clases de molinos diferentes. Y es que a lo largo de la historia, el lugar ha tenido un alto valor estratégico, siendo zona de disputa por distintos pueblos.

Catoira, Pontevedra
Concello de Catoira

Qué visitar en Catoira

Muy interesante resulta la visita a los numerosos petroglifos de la Edad de Bronce que se conservan sobre rocas graníticas. En la parroquia de Abalo se sitúa la Pedra das Tixolas, petroglifos algo desgastados que representan líneas y círculos con forma de sartén. Se diferencian unas veinte combinaciones circulares, una cruz con pedestal y un epígrafe. Muy cerca de Fonte Gaiteira se localiza un conjunto de grabados rupestres también al aire libre conocidos como los petroglifos do Outeiro do Barral. Se trata de piedras grabadas a ras del suelo en dos zonas separadas unos 250 metros cuyos dibujos representan formas sencillas. En esta zona boscosa podemos observar, además, un puente de piedra datado en el siglo IX-X, que nos marca un antiguo camino real a la población.

El símbolo de Catoira son sus famosas Torres de Oeste, sistema defensivo para frenar cualquier tipo de invasión que ascendiera por la ría de Arousa, y que ejercieron su función desde el comienzo de la Edad Media hasta el reinado de los Reyes Católicos. Se trata de un conjunto fortificado del siglo IX que durante siglos resistió los ataques de los ejércitos normandos y piratas sarracenos. Fueron declaradas Monumento Histórico-Artístico en 1931 y restauradas en 1970. Visitar el Centro de Activación Cultural Torres de Oeste permite conocer la importancia de este enclave.

En Catoira también podemos visitar un conjunto de molinos únicos en Europa. La localidad alberga tres tipos de molinos: viento, agua y mareas. En la cima sobre la laguna de Pedras Miúdas localizamos los molinos de viento de Abalo, datados a finales del siglo XIX y principios del XX, tienen un gran valor histórico y patrimonial. Estos molinos presentan unas aspas singulares, con sistema de doble aspa capaces de aprovechar la fuerza del viento independientemente de su dirección. Situados en un entorno privilegiado, nos permite disfrutar de unas vistas de gran belleza paisajística.

La romería vikinga de Catoira

Estrechamente ligada a su historia, Catoira celebra cada año una de las fiestas más locas y divertidas de toda España. El primer domingo de agosto se celebra lo que se ha llamado la romería vikinga, un multitudinario y singular evento que recrea las invasiones sufridas en esta zona durante la Edad Media por parte de pueblos vikingos y normandos del norte de Europa. Declarada de Interés Turístico Internacional se celebra desde 1961 y congrega a más de 20.000 personas venidas de distintos puntos del país cada año.

Recreando el desembarco de tropas vikingas registrada en el siglo XI y la victoriosa resistencia de los pobladores locales, la fiesta también cuenta con la participación de una importante representación de ciudadanos daneses llegados desde Frederikssun, localidad hermanada con Catoira, disfrazados de guerreros vikingos para participar en esta fiesta representando a sus antepasados.

Para que la fiesta fuera lo más auténtica posible, en 1968 se incorporó la primera réplica de los navíos vikingos, el drakar, copia de un original del siglo XI hallado en Skuldelev, y realizado en la Escuela Taller de Catoira. Con el tiempo otros dos drakares se han incorporado a la fiesta, así como otros tres galeones arreglados para la ocasión. A las naves cargadas de guerreros y al resto de personas convenientemente disfrazadas les espera en tierra las peleas, la música, los puestos de comida y el vino de la zona. Una fiesta que no te puedes perder.

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