Agullana, el pueblo del Empordà que guarda tesoros entre alcornoques y leyenda
Este lugar sorprende al viajero con una fusión única de historia milenaria y naturaleza exuberante. Dólmenes, bosques de alcornoques y casas modernistas son algunas de las características que invitan a explorar la esencia de una frontera marcada por leyendas, siempre al ritmo tranquila propio de la vida rural.

Situada en la comarca del Alto Empordà y a unos 63 kilómetros de Gerona, encontramos la localidad de Agullana. Enclavada en el valle de la Guilla y rodeada de un paisaje de gran belleza natural, su carácter tranquilo y pintoresco, además de su gran riqueza histórica y cultural, es uno de los destinos que los viajeros no deben dejar de visitar.
En su término se encuentra el Puig de Prunés, de 832 metros de altitud, que hace frontera con Francia. En la parte norte, al pie de los Pirineos, se encuentran montañas completamente cubiertas de encinares, bosques de castaños y alcornocales. En su zona sur y este predominan las áreas agrícolas cuyas tierras de cultivos son fuente de riqueza para la economía local. Además, Agullana forma parte del Consorcio Salines Bassegoda, institución que agrupa a varios municipios que colaboran promoviendo su territorio y su patrimonio.

Historia y leyendas de Agullana
Las tierras de Agullana han estado habitadas desde tiempos prehistóricos dando buena cuenta de ello varios monumentos megalíticos que han quedado como testimonio. Son dólmenes como el de Rocalla o el de Jaca d’en Torrent, y menhires como el de Palaus o el del Roc del Frare. También se puede visitar la Necrópolis de Can Bech de Baix. Se trata de un yacimiento de finales de la Edad de Bronce y descubierto por casualidad en 1927. Para una mejor información, en la Plaza Mayor 8 de la localidad se encuentra el Museo Necrópolis de Can Bech de Baix, donde se exhiben urnas funerarias y todo tipo de objetos encontrados en ellas y en los distintos enterramientos.
En el año 1019 se encuentra la primera mención del lugar en un documento relacionado con la iglesia de Santa María con el nombre de Aguliana. Pero sin duda, los rastros de su historia reflejados en su arquitectura son genuinamente medievales. Jugando un papel importante en el desarrollo de Cataluña, el pueblo formó parte de la región medieval del Empordà. Durante la Edad Media formó parte del vizcondado de Rocabertí, lo cual contribuyó a su desarrollo. Además, fue un importante centro de la industria del corcho, siendo el primer pueblo en que se empezó a trabajar este material por el año 1750. A principios del siglo XX existían aquí unas 40 fábricas dedicadas a este sector. Los edificios modernistas de esta época que se conservan son huellas significativas del apogeo alcanzado. Son ejemplos de ello el chalet de Parellada o la casa Estela.
Por otro lado, son muchas las leyendas que se mantienen vivas en Agullana, aunque la más famosa es la que le da el nombre de la Verona Ampurdanesa. Y es que, la más conocida tiene como protagonistas a Rosa y Haníbal, dos jóvenes enamorados que tuvieron un trágico final y cuyos cuerpos descansan juntos en el cementerio y que se conocen como los Romeo y Julieta del Empordà.

Qué ver en Agullana
Frente a la plaza Mayor de la localidad se encuentra la iglesia de Santa María de Agullana, su monumento más representativo. Es un destacado ejemplo del arte románico en Cataluña, construida entre el los siglos XI y XII, tiene una sola nave, un ábside semicircular y una bóveda en forma de almendra. Destaca su portada con cinco arcos de medio punto y un campanario con cinco campanas. La ermita románica de Santa Eugenia de Agullana, situada en una bella zona de alcornoques fue transformada en casa de colonias en los años setenta. Según la tradición, los restos de la Santa quedan ocultos entre las zarzas donde hoy se encuentra la ermita.
El casco urbano muestra restos del pasado medieval de la población y edificios modernistas preciosos, pero el entono natural de la población deja al visitante la posibilidad de disfrutar de numerosas rutas de senderismo y ciclismo, así como lugares concretos para la observación de la fauna y de la flora autóctona. Y es que su situación, en las primeras elevaciones de los Pirineos y rodeado por la sierra de la Albera, lo convierte en un lugar de ensueño.
No se puede abandonar Agullana sin disfrutar de su típica gastronomía. La escudella i carn d’olla es un guiso excepcional de carne y verduras ideal para calentar el cuerpo en los días más fríos. El suquet de peix, guiso de pescado, o los canelones son otro ejemplo del buen hacer gastronómico. Como dulces, los panellets, pasteles de mazapán, o la crema catalana harán las delicias de los más golosos.