Este pueblo cántabro parece sacado de una serie medieval, guarda una joya secreta y tiene un entorno natural espectacular

Una torre del siglo XIII, calles de piedra y vistas épicas convierten a este rincón cántabro en uno de los lugares más especiales, y poco conocidos, del norte de España.

En un rincón privilegiado del cántabro Valle de Liébana, al abrigo de los Picos de Europa, el parque nacional más imponente del norte peninsular, se esconde un pequeño pueblo que parece sacado de un cuento. La sensación al llegar es la de haber cruzado una frontera invisible hacia un pasado que aún late en cada piedra y en cada tejado.
El lugar en cuestión es una aldea diminuta, perteneciente al municipio de Camaleño, que ha sobrevivido al paso del tiempo sin perder ni un gramo de autenticidad. Su arquitectura rural, intacta y cargada de carácter, se mezcla con un entorno natural que corta la respiración. Y no es una exageración. Basta con levantar la vista para encontrar cumbres que rozan el cielo. Su nombre, Mogrovejo.
Mogrovejo: el secreto mejor guardado de Cantabria
Ubicado a 460 metros sobre el nivel del mar y arropado por las montañas, este enclave parece resistirse a formar parte de los catálogos turísticos masivos. Y quizás por eso enamora más. “Como sacado de una película”, dicen muchos, y tienen razón. De hecho, su aspecto fue tan convincente que terminó siendo escenario de un rodaje donde las vacas y los trineos fueron parte del decorado.

Lo que más llama la atención nada más pisar el pueblo es una construcción que se impone con discreción: una torre medieval de piedra robusta, levantada allá por el siglo XIII. Esa torre ha sido testigo silencioso de varias generaciones que han habitado este lugar sin alterar demasiado su esencia. A su alrededor, casas de siglos pasados exhiben balcones de madera trabajada y escudos en sus fachadas como si el tiempo no pasara por allí.
Pese a su tamaño reducido, el núcleo guarda rincones llenos de historia, como una iglesia de origen románico con añadidos barrocos o una ermita que vigila los prados donde pastan tranquilamente las vacas. Cada piedra parece tener su historia, y no es difícil imaginar relatos de épocas más turbulentas mientras uno camina por sus calles adoquinadas.
El imponente entorno natural de Mogrovejo
Si hay algo que convierte este lugar en una joya fuera del radar es su entorno natural. Desde sus miradores se dibujan perfiles de cumbres como Peña Remoña o el Macizo Central, y se puede divisar incluso la entrada al famoso desfiladero de la Hermida. No hay que ser senderista profesional para lanzarse a los caminos que parten desde aquí. Las rutas están bien señalizadas y permiten descubrir espacios como Áliva o el Refugio de Cabaña Verónica.

Para los más aventureros, una excursión hasta Fuente Dé es una experiencia que no se olvida fácilmente. Allí, un teleférico eleva a los visitantes a casi 2.000 metros, regalando panorámicas que parecen sacadas de otro planeta. Y en el camino, vacas, hayedos, riachuelos y hasta alguna que otra sorpresa geológica hacen del recorrido una delicia.
En las estaciones frías, el paisaje se cubre de blanco, y el silencio sólo lo rompe el crujido de la nieve bajo las botas. En otoño, los colores incendian el valle. Y en verano, el frescor de la montaña convierte el lugar en el refugio ideal frente al calor.
Turismo sin prisas ni agobios
Aquí no hay colas para entrar a monumentos ni menús turísticos fotocopiados. Lo que hay son casas rurales que apuestan por el trato cercano, algún pequeño alojamiento con encanto y la posibilidad de desconectar de verdad. Ni siquiera hay tiendas de souvenirs al uso, lo cual se agradece. Se trata de un turismo sin filtros, donde la experiencia no se basa en la foto, sino en la vivencia.

Los amantes de la historia pueden acercarse al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, situado a pocos kilómetros, donde se conserva el famoso “lignum crucis”. Además, esta zona forma parte del Camino Lebaniego, una variante del Camino de Santiago muy valorada por quienes buscan rutas menos transitadas y con más contenido espiritual.
Para llegar a Mogrovejo, lo ideal es tomar la N-621 desde Unquera hasta Potes y desde allí desviarse por la carretera que conduce a Fuente Dé. La última parte del trayecto es una gozada para quienes disfrutan del volante, con curvas suaves y vistas espectaculares. Si el tiempo acompaña, merece la pena parar en el mirador de Piedrasluengas, desde donde el valle se despliega como un mapa natural.