El secreto que esconde Trasmoz: el pueblo “maldito” de España

Belén Valdehita
Belén Valdehita 26 Mayo, 2025

Único en su especie, Trasmoz combina historia, leyendas oscuras y turismo en un rincón de Zaragoza que sigue oficialmente excomulgado. Un lugar enigmático que no deja indiferente.

Trasmoz, en Zaragoza
Los habitantes de Trasmoz no se esconden de su historia de pueblo maldito: la abrazan con orgullo y un poco de ironía.

En las laderas del Moncayo, rodeado de naturaleza áspera y silencio antiguo, se encuentra un pueblo que ha sido señalado por la Iglesia desde hace siglos. No es una historia cualquiera ni una más entre tantas fábulas rurales: Trasmoz es, oficialmente, el único municipio en España al que se le ha impuesto una excomunión real. Y sí, sigue vigente.

Con poco más de 90 habitantes y calles que respiran otro tiempo, Trasmoz, situado a una hora de Zaragoza y a sólo 15 kilómetros de Tarazona, parece sacado de una novela gótica. El castillo en ruinas que lo corona, las brumas que bajan de la montaña y los ecos de los viejos aquelarres han alimentado una fama que mezcla lo histórico y lo legendario. Un cóctel perfecto para quienes buscan emociones con un toque oscuro.

El conflicto medieval de Trasmoz y sus consecuencias eternas

La historia que selló el destino espiritual de Trasmoz tiene unas raíces muy profundas. Para entenderla, hay que viajar a la Edad Media, cuando la vida giraba en torno a recursos tan básicos como la madera. En ese contexto, los habitantes del pueblo mantenían un pulso constante con el poderoso Monasterio de Veruela, que pretendía controlar el acceso a los bosques vecinos.

La fricción aumentó cuando el abad del monasterio, en un ejercicio de autoridad más simbólica que legal, decidió condenar al pueblo a la excomunión. Esto no fue una amenaza vacía: se llevó a cabo un ritual formal, declarando al pueblo fuera de la comunión de los fieles. Desde entonces, al menos sobre el papel, Trasmoz quedó fuera del amparo eclesiástico.

Con esa condena flotando sobre sus tejados, la comunidad no sólo perdió el respaldo de la Iglesia, también que quedó marcada por un estigma que, con el paso del tiempo, se transformó en una identidad peculiar.

Cuando el agua encendió otra guerra en Trasmoz

Como si la primera maldición no hubiera sido suficiente, siglos más tarde surgió otro enfrentamiento. Esta vez no era la leña el motivo, sino el agua. El abad de Veruela desvió un arroyo, dejando al pueblo sin acceso al líquido vital. El conflicto llegó hasta las Cortes de Aragón, que fallaron a favor de Trasmoz, desafiando el poder clerical.

El pueblo de Trasmoz, en Zaragoza
El momento más especial del año en Trasmoz llega con la fiesta de la Luz de las Ánimas. A finales de octubre o principios de noviembre, las calles se visten de sombras y fuego.

En respuesta, el abad protagonizó un acto cargado de simbolismo y oscuridad. Cubrió de negro la cruz del altar, leyó pasajes bíblicos que hablaban de abandono divino y repicó las campanas con cada versículo. “¿Quién me guiará a la ciudad fortificada? ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado?”. Según la tradición, aquel ritual selló una segunda maldición.

Pese a los siglos transcurridos y a que en la práctica el pueblo celebra misas y fiestas religiosas, el estigma nunca fue retirado. Ni siquiera el Vaticano ha intervenido para revocar la condena.

Una maldición que se volvió atractivo turístico

Paradójicamente, lo que en su momento fue una carga se ha transformado en una marca de identidad que atrae a visitantes cada año. Los habitantes de Trasmoz no se esconden de su historia: la abrazan con orgullo y un poco de ironía. Se hacen llamar “malditos-benditos”, y con ese guiño reciben a miles de curiosos.

El castillo que domina el paisaje se ha convertido en centro de actividades culturales y recreaciones históricas. Las calles se llenan de puestos durante sus ferias mágicas, y los turistas encuentran en cada rincón una anécdota que mezcla realidad y ficción. Algunas leyendas hablan de brujas, otras de tesoros ocultos. Ninguna confirmada, pero todas alimentan la atmósfera.

Además, el vínculo con el poeta Gustavo Adolfo Bécquer ha añadido un valor literario al lugar. El escritor pasó una larga temporada en la zona recuperándose de una enfermedad y dedicó varias de sus cartas a este enclave tan peculiar.

Festividades de Trasmoz que honran lo extraño

El momento más especial del año llega con la fiesta de la Luz de las Ánimas. A finales de octubre o principios de noviembre, las calles se visten de sombras y fuego. La tradición incluye la recolección y decoración de calabazas, talleres familiares y, como acto central, una procesión desde la iglesia hasta el cementerio.

Trasmoz, en Zaragoza
Trasmoz en un destino ideal en Aragón para los aficionados al turismo de misterio.

Todo se llena de un aire tétrico, pero también de comunidad. La celebración no es una simple teatralización: es una manera de mantener viva una herencia intangible, entre lo espiritual y lo esotérico. El ambiente recuerda a Halloween, pero con un arraigo mucho más profundo y auténtico.

Durante esas fechas, Trasmoz se convierte en un escenario ideal para los amantes del misterio. No faltan las visitas guiadas, los relatos en torno a hogueras, y los paseos nocturnos que parecen diseñados para poner los pelos de punta. Porque en este rincón de Zaragoza, lo raro no es lo prohibido. Es lo que da vida.

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