La piscina natural que arrasa este verano en Castilla-La Mancha: aguas turquesas, tobogán natural y un entorno de película

Un rincón escondido en Guadalajara se convierte en el favorito para escapar del calor: naturaleza intacta, diversión y calma total en el Alto Tajo.

Entre barrancos de roca y bosques de pinos, hay un punto en el mapa que se ha ganado el título de paraíso sin filtros. En plena comarca del Alto Tajo, muy cerca de Zaorejas (Guadalajara), se encuentra una de las zonas de baño más impactantes del centro peninsular: un rincón donde el río fluye joven y limpio, formando una piscina natural que parece sacada de un cuento. Y no lo decimos nosotros: National Geographic la ha definido como "belleza salvaje", y eso ya es decir mucho.
Aquí, donde el Tajo se une con el río Gallo, el agua se remansa en una especie de laguna de color esmeralda, abrazada por una frondosa arboleda y grandes formaciones de piedra. No hay chiringuitos, ni colchonetas inflables, ni ruido: sólo la naturaleza marcando el ritmo. Ideal para familias, grupos de amigos o para quien necesite desconectar lejos de lo artificial. Su nombre: Puente de San Pedro.
Piscina natural intacta con control: un acceso limitado que funciona
Para proteger este enclave del impacto del turismo masivo, durante julio y agosto sólo se puede acceder en coche si se ha reservado previamente una plaza de aparcamiento. Cuesta lo justo, 3 euros entre semana, 7 los sábados y domingos, y permite mantener a raya a las multitudes sin dejar de disfrutar del lugar.

El resultado es un espacio limpio, sin agobios, donde el baño se convierte en una experiencia tranquila. Hay pozas de todos los tamaños, zonas de sombra bajo los árboles y hasta un pequeño tobogán natural para quienes no quieren pasar todo el día flotando en modo zen. Sin duda, una fórmula de turismo sostenible que está funcionando.
Este remanso de agua de Puente de San Pedro invita a quedarse. Con una manta en la ribera y algo de picnic, se puede pasar la jornada completa entre chapuzones y paseos. La zona tiene múltiples rincones donde instalarse lejos del resto de visitantes, y si se camina un poco aparecen miradores desde los que el Tajo se deja ver en todo su esplendor. Las imágenes que se llevan quienes lo descubren no necesitan filtros: el azul del agua y el verde del bosque hacen todo el trabajo.
El Salto de Poveda y otros tesoros del Alto Tajo
Si bien el Puente de San Pedro es la estrella del verano, no es la única joya de la zona. A pocos kilómetros, el Salto de Poveda ofrece otra experiencia acuática rodeada de paisajes abruptos. Allí, el agua cae entre rocas y una pasarela peatonal permite cruzar el cañón sobre un antiguo puente, ideal para hacer fotos o disfrutar de un picnic con vistas.

También destacan zonas como el Hundido de Armallones, más salvaje y menos concurrido, donde el Tajo se muestra más indómito. Para quienes buscan desconectar completamente, el Alto Tajo es un regalo: aire puro, silencio y rutas que parecen no tener fin.
Además, el entorno tiene mucho que ofrecer. A solo ocho kilómetros, Zaorejas mantiene la esencia de los pueblos de montaña, con su arquitectura de piedra y su ritmo pausado. Desde allí se pueden organizar rutas a pie, en bici o incluso visitar antiguas construcciones ganaderas, hoy reconvertidas en alojamientos rurales con encanto.
Monasterios escondidos y pueblos con alma
Para quienes buscan algo más que naturaleza, hay paradas obligadas. Una de ellas es el monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal, en un paraje que invita al silencio. Desde allí salen senderos que ofrecen vistas elevadas del río, perfectas para comprender la magnitud de este parque natural.

Otra joya es la Ermita de la Virgen de la Hoz, encajada en un cañón de roca rojiza tallado por el río Gallo. El lugar impresiona no sólo por su ubicación, también por la energía que transmite. Por último, Molina de Aragón, a un paso, cuenta con un castillo enorme, callejuelas medievales y una rica historia que combina influencias cristianas, judías y árabes.
Lo mejor del Alto Tajo es que todo suma: el agua, el verde, la calma, las vistas. Y cuando quieres más, hay pueblos, historia, gastronomía y rutas por descubrir. Una escapada que refresca el cuerpo y también la mente. Si este verano buscas cambiar piscina por paraíso, este rincón de Guadalajara tiene todas las papeletas para convertirse en tu nuevo lugar favorito.