Los tesoros sumergidos del Embalse de Iznájar, en Córdoba

Belén Valdehita
Belén Valdehita 04 Diciembre, 2020

Conocido como el Lago de Andalucía, el cordobés Embalse de Iznájar saca durante el otoño y el invierno varios tesoros a la luz, los cuales podremos disfrutar gracias a la bajada de sus aguas.

Puente del Molinillo, en el Embalse de Iznájar, Córdoba
Borrón y Cuenta Nueva Comunicaciones

Codiciado punto de partida de numerosas rutas senderistas que recorren el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, el Embalse de Iznájar, en Córdoba, merece también una detenida visita. Y muy especialmente durante los meses de otoño e invierno, cuando el descenso de las aguas permite volver a contemplar varios vestigios del pasado que quedaron sumergidos tras la construcción del embalse.

Todavía quedan muchos vecinos en el pueblo de Iznájar que recuerdan como, en la segunda mitad del año 1969, varias carreteras, casas, puentes y fábricas desaparecieron bajo las aguas de este lago artificial, que cuenta con un perímetro total que supera los 100 kilómetros. Tanto el embalse como su presa fueron considerados en su día como una de las obras de ingeniería civil más destacadas y de mayor tamaño de las realizadas en España.

Este mar de interior está rodeado por hermosos parajes, y lleva el nombre del encantador pueblo de Iznájar, que está situado en torno a una fortaleza medieval y en medio del embalse. Actualmente el pantano abastece de agua a más de 200.000 personas de esta parte de Córdoba, y la zona de regadío se ha incrementado hasta las 75.000 hectáreas.

Chimenea emerge de las aguas del Embalse de Iznájar, en Córdoba
Borrón y Cuenta Nueva Comunicaciones

Los secretos del Embalse de Iznájar

Con la llegada del otoño, y hasta finales de invierno, vuelve a salir a la luz una buena parte de lo que quedó en los años 60 del pasado siglo XX sumergido por las aguas del Embalse de Iznájar. Hablamos de casas, huertas, molinos, fábricas de tejas y aceite y muchos caminos que llevaban a fincas, cortijos y a otras pedanías cercanas.

La bajada del agua hace que podamos volver a ver el Puente Molinillo, con sus cinco arcos de medio punto; las chimeneas de antiguas fábricas, como la de aceite del Conde de la Revilla, e incluso torres de luz. El descenso del caudal también favorece la aparición de nuevas rutas que sólo se pueden recorrer en esta época.

Un paseo por la orilla del embalse nos permitirá ver una gran chimenea que había en la zona del Puente de Hierro, y que formaba parte de la orujera de la fábrica de aceite de Industrias Belo. Muy cerca surgen los restos de varias de las viviendas de los vecinos iznajeños que no tuvieron más remedio que abandonar sus casas ante la construcción de esta gigantesca obra civil e hidráulica. Pero no todo fue pérdida, porque en la actualidad el embalse de Iznájar es un potente motor económico, y ha creado nuevos recursos para la zona, como la Playa de Valdearenas y su estación náutica.

El pueblo de Iznájar, en Córdoba
destinosubbetica.es

Qué ver y hacer en Iznájar

Una ruta por la villa de Iznájar nos llevará a descubrir el Castillo Hisn Ashar, del siglo VIII, que es de origen árabe y está considerado Bien de Interés Cultural; la Ermita de Nuestra Señora de la Antigua y Piedad, que acoge a la patrona de la villa; el Patio de las Comedias, un antiguo teatro popular cuya fachada está adornada con más de 500 macetas; la Torre del Reloj, la Casa de las Columnas, la iglesia renacentista de Santiago Apóstol, la Iglesia de San José o la Torre de San Rafael.

El pueblo también cuenta con varios museos, como el Museo de La Judea, dedicado a la Semana Santa; el Museo de Artes y Oficios, el Museo de Aperos de Labranza, el Museo de Miniaturas de Forja y Madera, el Museo de Esculturas Naif o el Museo de Antonio Quintana, dedicado a un artista iznajeño.

Si queremos sacar buenas fotos del pueblo y de sus alrededores, lo mejor que podemos hacer es acercarnos al Mirador de la Cruz de San Pedro, desde donde se pueden ver el castillo y el embalse, o al Mirador de las Canteras, que ofrece una espectacular vista panorámica de la villa. Entre los eventos más señalados están la original muestra Urban Knitting, entre los meses de marzo y mayo, que consiste en una gran exposición repartida por todo el pueblo de cosas hechas en ganchillo por los vecinos, o el Festival de los Balcones y Rincones, una florida explosión de color y aromas que tiene lugar en mayo.

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