Descubre los pueblos más bonitos escondidos en los valles de Cantabria y que enamoran a primera vista

Belén Valdehita
Belén Valdehita 06 Octubre, 2025

Te invitamos a un viaje entre montañas y ríos donde la tradición, los paisajes únicos y las leyendas conviven en la Cantabria más auténtica.

Liérganes, en Cantabria
Liérganes, con su puente de piedra y las montañas gemelas al fondo, combina historia, leyenda y naturaleza en uno de los pueblos más bonitos de Cantabria. Imagen: Belén Valdehita

Cantabria guarda secretos que no aparecen en las postales más conocidas. Más allá de su costa, los valles del Pas, Pisueña o Miera despliegan una belleza discreta, tejida con prados verdes y aldeas donde parece haberse detenido el tiempo. Son rincones que escapan del turismo masivo y ofrecen una manera distinta de viajar: caminar despacio, detenerse en los detalles, escuchar el murmullo de los ríos y dejar que la calma lo impregne todo.

En este recorrido se encuentran pueblos con carácter propio. Algunos sorprenden por sus palacios señoriales, otros por las huellas prehistóricas en la roca, y otros, simplemente, porque sus calles invitan a perderse sin rumbo. Vamos a sumergirnos en ellos, uno a uno, para descubrir qué los hace únicos.

Liérganes: historia, leyenda y montaña

En el valle del Miera se encuentra un pueblo con alma de leyenda. La tradición lo recuerda como la "Santillana pasiega" y también figura entre los “más bonitos de España”. Pasear por la población de Liérganes es hacerlo entre calles de piedra y casonas blasonadas que hablan de su pasado noble.

El Hombre Pez, en Liérganes, Cantabria
a estatua del Hombre Pez, bajo el puente de Liérganes, recuerda la leyenda más famosa de este pueblo cántabro. Imagen: Belén Valdehita

El río Miera cruza el corazón del pueblo y bajo su viejo puente de piedra descansa la escultura del Hombre Pez, un personaje mítico que ha dado identidad al lugar. A pocos pasos, los dos montes conocidos como “las tetas de Liérganes” dibujan un horizonte imposible de olvidar.

La experiencia aquí no es solo visual: un chocolate con picatostes en una terraza, un paseo hasta el antiguo balneario o una caminata por las colinas cercanas se convierten en planes sencillos que saben a desconexión total. Este rincón es la esencia misma de lo que significa viajar sin prisa.

Villacarriedo: palacios y tradición montañesa

En el corazón del valle del Pisueña, la localidad de Villacarriedo se levanta con una estampa que impresiona al visitante: la fachada barroca del Palacio de Soñanes, un edificio del siglo XVIII que es pura monumentalidad. Este palacio marca la identidad del pueblo y refleja la importancia histórica de la zona.

Villacarriedo, en Cantabria
Villacarriedo, rodeado de prados y bosques, muestra la tranquilidad y el encanto auténtico del valle del Pisueña.

Pero Villacarriedo es mucho más que su imponente palacio. El paseo por sus calles nos revela casonas montañesas de piedra, balcones de madera y la Iglesia de Santa María de la Asunción, ejemplo destacado de la arquitectura local. Cada rincón habla de la mezcla entre nobleza y vida rural.

El entorno natural es otro atractivo ineludible. Rodeado de prados y bosques, el valle del Pisueña conserva la tranquilidad de los pueblos de interior. Su río desemboca en la ría de Cubas y finalmente en el Cantábrico, uniendo montaña y mar en un mismo viaje.

Puente Viesgo: arte rupestre y aguas termales

Siguiendo el valle del Pas aparece Puente Viesgo, donde naturaleza y cultura se entrelazan. Su mayor tesoro está bajo tierra: las cuevas del Monte Castillo, declaradas Patrimonio de la Humanidad, guardan pinturas que superan los 40.000 años y que permiten asomarse al pensamiento de los primeros europeos.

Puente Viesgo, en Cantabria
Puente Viesgo, con sus verdes riberas y las cuevas prehistóricas cercanas, combina historia milenaria y naturaleza en estado puro. Imagen: Belén Valdehita

El Centro de Arte Rupestre, en la subida hacia las cuevas, ofrece una introducción fascinante para comprender el valor de estas manifestaciones prehistóricas antes de entrar en las cavidades de El Castillo o Las Monedas. Una visita que sorprende tanto a expertos como a curiosos.

Pero el pueblo no vive solo de su pasado remoto. El balneario y la antigua estación de tren, ahora punto de inicio de la Vía Verde del Pas, completan una propuesta perfecta para quienes buscan combinar relax, historia y deporte al aire libre. Caminar o pedalear entre túneles y puentes ferroviarios abandonados es otra forma de conectar con este valle.

San Pedro del Romeral: la esencia pasiega intacta

Apenas unos cientos de vecinos viven en este pueblo del valle del Pas, donde se respira autenticidad. San Pedro del Romeral conserva las tradiciones pasiegas como pocos lugares: ganadería, arquitectura de piedra y un paisaje salpicado de cabañas que muestran un modo de vida ligado al terreno.

San Pedro del Romeral, en Cantabria
San Pedro del Romeral, un rincón pasiego donde praderas infinitas y caminos tranquilos invitan a descubrir la Cantabria más auténtica.

En el centro del pueblo destacan su iglesia barroca y las antiguas casonas que hablan de un pasado austero pero lleno de carácter. Sin embargo, lo que realmente engancha está en el exterior: praderas infinitas, aire puro y silencio.

Las rutas hacia el puerto de la Braguía, que conecta con el valle del Miera, son la puerta de entrada a uno de los paisajes más espectaculares de Cantabria. Aquí se entiende qué significa vivir en armonía con la naturaleza y por qué la cultura pasiega sigue siendo un tesoro inmaterial.

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