Liétor, el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha

Formó parte de los escenarios de la película “Amanece que nos es poco”, pero esta localidad albaceteña ya contaba con una gran bagaje histórico, cultura y de naturaleza. Hablamos de la villa de Liétor, un gran destino rural inmerso en el maravilloso escenario del Río Mundo. Se encuentra a poco más de 60 kilómetros de la ciudad de Albacete, en plena Sierra del Segura.

Un gran entorno natural, un buen patrimonio histórico-monumental y hasta unas antiguas momias son sólo algunos de los reclamos del que ha sido considerado como el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha.

Qué ver en Liétor

Durante nuestra estancia en Liétor hay tres lugares que no debemos dejar de visitar. Empezamos por la Iglesia de Santiago Apóstol, de estilo barroco con trazas neoclásicas. En su interior hay un magnífico retablo barroco de la Capilla del Espino. El segundo lugar que conocer es el Convento de San Juan de la Cruz, que cuenta con un peculiar claustro decorado con pinturas. Finalmente, hay que acercarse a la Ermita de Belén, declarada Monumento Histórico Artístico. Los murales de su interior están catalogados como la mejor colección de pintura popular en España del siglo XVIII.

Hay otros puntos de visita obligada, como la Casa de Rodríguez de Escobar, con su original portada dotada de columnas toscanas y un frontón triangular. También hay un molino harinero abierto al público, y una bonita fuente, frente al ayuntamiento, que está decorada con azulejos.

Liétor pertenece a la Ruta Escenarios de película: "Amanece, que no es poco", que se creó para celebrar el XX aniversario del estreno de la popular película de José Luis Cuerda. En esta ruta se recorren las localizaciones y los escenarios de esta cinta, rodada en la provincia de Albacete, y más concretamente en la Sierra del Segura.

Las momias de Liétor

Además de los preciosos parajes naturales que rodean Liétor, del encanto de este pueblo albaceteño y de su riqueza patrimonial y cultural, hay otro original recurso turístico: las momias que llevan más de dos siglos en la cripta que está situada bajo el altar mayor de la Iglesia del Convento de San Juan de la Cruz, de finales del siglo XVII.

Desde su creación, el convento y su iglesia pasaron por la desamortización de Mendizábal del año 1835 y por más 40 años de total abandono. Durante todo este tiempo permanecieron numerosos cuerpos enterrados en la cripta, veinte de los cuales no fueron descubiertos hasta la década de los 60 del siglo XX, cuando unos niños se colaron por una abertura externa.

Las especiales condiciones de la cripta hicieron que los cuerpos se conservaran, convirtiéndose en momias. Se trata de los cuerpos de varios frailes de la Orden de las Carmelitas Descalzas y de algunos de los benefactores del convento, además de las momias de dos mujeres y tres niñas. Todos ellos se han convertido en uno de los reclamos turísticos de este pueblo de la Sierra del Segura.