La ruta de los Cucos, unas curiosas construcciones en Enguera

Enguera es la capital de la comarca de la Canal de Navarrés, en la provincia de Valencia. Para entender todo lo que aguarda este lugar hay que remitirse a su historia, por eso la población cuenta con dos importantes museos: el Museo Arqueológico de Enguera, con restos arqueológicos de la zona que muestran la riqueza patrimonial del territorio y las diferentes civilizaciones que han pasado por él, y el Museo Etnológico de Enguera, que plasma a la perfección la esencia y la cultura enguerina.

Otra buena forma de conocer las huellas del pasado es perderse por sus calles, a través de las casas señoriales, sus monumentos religiosos y, por su puesto, de su entorno. Muestra de la historia y de la cultura de Enguera son “los cucos”, unos elementos característicos y definitorios del paisaje agrario. Conoce estas construcciones tan particulares a través de una ruta.

Los cucos de Enguera

Los cucos de la Sierra de Enguera son construcciones en piedra seca, alejadas del núcleo urbano, de pequeño y medio tamaño. Forman parte del paisaje enguerino y se levantan en las fincas de secano. En el año 2011, el Ayuntamiento de la población editó un libro sobre estas construcciones y restauró los que estaban en peores condiciones. Hay dos tipos de cucos: los que albergaban en su interior animales, personas, cosechas y objetos de labranza; y los que sirven como almacenamiento del agua recogida de la lluvia.

El sendero creado para recorrer este tipo de obra parte desde el polígono industrial del Vapor, concretamente desde el local de Adene. El primer cuco está en el Jardín de Adene, construido en el 2000. Tras él, sigue el cuco de Natividad Sanz y después está el de Miguel Gómez Belda, situado entre olivos y junto a una higuera. Después de ellos, vienen dos de los mejores y más bonitos: los cucos del Boneguillo. El primero es el más grande de todos y en su interior hay dos alacenas y una chimenea. Adosado a él hay un cobertizo para los caballos. El segundo se encuentra enfrente, bajo un algarrobo y de dimensiones más pequeñas.

A estas alturas el caminante ya está en el kilómetro 5 de la ruta, continúa en busca de los cucos de la zona de El Higueral y acaba llegando hasta una pista forestal. Poco después se pueden encontrar dos cucos más: el de José María Simón y el de Primitivo Esteve. Tras ellos, llegan el de “El Calimero”, bastante grande y en buen estado de conservación, y el del Alto de la Balsa, también con una chimenea en su interior. Siguen el cuco de Pedro José Sanchiz, desde donde pueden observar unas bonitas vistas del pueblo y del valle, el de Milomes, Mónica Peinado y, por último, el de Pepe Gilet, pequeño pero con mucho encanto.

Consejos para hacer la ruta

Tras visitar el cuco de Pepe Gilet, hay que buscar la rambla del río Minguez hasta el camino asfaltado de la Cuesta de Mulet, para iniciar la vuelta. El último cuco es propiedad de Josefa Sempere, situado en el kilómetro 13,5 del sendero. Tras él, toca volver al punto de partida, con lo que se habrá recorrido un total de 15 kilómetros, siempre señalizados por las marcas blancas y amarillas de Sendero de Pequeño Recorrido.

Como pasa con cualquier otra ruta, hay que tener en cuenta algunas consideraciones. Se recomienda fervientemente no realizar el recorrido durante las horas de más calor, incluso posponerlo si el día se espera muy caluroso. También es absolutamente necesario llevar agua, pues no hay ninguna fuente en toda la ruta, así como comida, gorra y protector solar.

Además, es conveniente saber que, durante los meses de recogida de aceituna, que suele ser de noviembre a enero, no se puede hacer el desvío hacia algunos cucos por no pisar las aceitunas. Por supuesto, hay que respetar los cucos, son construcciones rehabilitadas de gran valor patrimonial. De igual manera, hay que respetar el entorno natural, su flora y su fauna, así como los campos y las propiedades privadas. Y, por último, ¡disfruta de este recorrido!