Altafulla, uno de los pueblos más bonitos de Tarragona
Conoce un destino perfecto, por ser relajado y tradicional, para una escapada familiar o en pareja en la Costa Dorada.
El municipio de Altafulla está en a unos 15 kilómetros de Tarragona, frente al Mediterráneo. Además de tener uno de los litorales más bonitos de la provincia, por conservar intactas sus raíces pesqueras, posee un gran patrimonio histórico de índole medieval.
Altafulla se divide en dos zonas, la del barrio de Botigues de Mar, en primera línea de playa, y la Vila Closa, el antiguo barrio medieval. De uno a otro se puede ir caminando, ya que la distancia es de apenas un kilómetro, o en coche. Además de estos dos núcleos, la población está muy próxima a otros atractivos de Tarragona, contando con una excelente gastronomía con productos de mar y el arroz por bandera. Son muchos los motivos por los que visitar Altafulla, ¿te animas?
Qué ver en Altafulla
La Vila Closa, o vila cerrada en castellano, es el mejor lugar para reconocer la esencia medieval de Altafulla. Recorrer las callejuelas de este antiguo barrio es, sin duda, imprescindible. Se encuentra en lo alto de una colina, coronada por un castillo y una iglesia a partir de los cuales descienden las calles medievales, de carácter serpenteante. Esta villa tiene su origen en el siglo XI, época de la que se conservan murallas y torres de vigilancia, gracias a las restauraciones que se hicieron en los siglos XVII y XVIII.
El castillo de Altafulla o castillo de Montserrat es de parada obligatoria. Se trata de una antigua fortaleza del siglo XI, aunque tiene elementos de estilo renacentista, muestra de las diferentes restauraciones por las que ha pasado. Actualmente no se puede visitar, ya que es propiedad privada. Junto al castillo está la iglesia de Sant Martí, que fue construida en el siglo XVIII sobre una antigua iglesia. Tiene elementos barrocos y neoclásicos y, como curiosidad, en su cripta están enterrados los marqueses de Tamarit. Hoy en día, además de hacer oficios religiosos, también es escenario de conciertos.
El visitante debe hacer otra pausa en el Museo Etnográfico de Altafulla, antiguo pajar del castillo, y que evidencia el pasado agrícola de la población hasta el siglo XX, con una gran muestra de piezas y utensilios propios de la vida rural y social de los últimos siglos. No puede faltar en la visita tomar un respiro en la plaza del Pou, con un arco que pertenecía a una de las antiguas puertas que daban acceso a la Vila Closa, además de un antiguo pozo. Llama la atención una escultura, del artista Martí Royo, dedicada a la tradición catalana de torres humanas o “Castells”, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Barrio de les Botigues de Mar, playa de Altafulla y Els Munts
En el litoral de Altafulla nos encontramos con Botigues de Mar, otro antiguo barrio de la villa. Lo forman una bella postal de construcciones blancas, antiguos almacenes de pescadores del siglo XVIII reconvertidas, desde el siglo XX, en viviendas que han conservado su exterior original. Altafulla cuenta con una costa tranquila, por eso pasear por esta zona es muy diferente a hacerlo en otros lugares de Cataluña, como Salou o Calafell. Aquí se respira calma.
En el paseo marítimo de Altafulla no hay edificios altos ni hoteles, conserva el encanto original. Su playa tiene más de un kilómetro de extensión de arena fina y dorada, con aguas limpias y tranquilas. Además, está adaptada para los bañistas con diferentes servicios, como alquiler de tumbonas o duchas, y tiene el distintivo de Bandera Azul.
Muy próxima a esta playa, está la villa romana de Els Munts, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000. Uno de los gobernadores de Tarraco, Caius Valeruis Avitus, junto a su mujer, construyó una mansión en el siglo I que dos siglos más tarde quedó abandonada y en llamas. Los restos de este edificio todavía se conservan, así como algunas construcciones del resto de la villa.
