El pinar que respira historia: cascadas, glaciares y rutas mágicas en el corazón de Soria

En el norte de la provincia de Soria, lejos del ruido, donde la naturaleza sigue marcando el ritmo, se despliega un pinar descomunal, de los más extensos del continente europeo. Este impresionante entorno se ubica entre cumbres y barrancos, atravesado por arroyos y abrazado por glaciares milenarios. Es un refugio de biodiversidad donde el aire huele a resina y las copas verdes dibujan un techo natural interminable.

Este paraíso natural, situado a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar, forma parte de un entorno aún salvaje, custodiado por las montañas de Urbión. Aquí el joven Duero inicia su camino, y entre piedras y raíces, nos encontramos con una joya natural que no solo conquista a los amantes del senderismo, sino también a quienes buscan desconectar de verdad.

Pinar de Soria: un océano verde que parece no terminar nunca

Hablar del pinar de Covaleda es hablar de uno de los bosques de pino silvestre más grandes del continente. “El pinar más grande de Europa” se expande por más de 9.000 hectáreas, cubriendo laderas y valles como si fueran mantas vivas. Este gigantesco tapiz vegetal forma parte del Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, una de las zonas más impresionantes del norte de Soria.

Aunque el pino albar es el árbol protagonista, no está solo. Junto a él crecen hayas, robles y un sinfín de plantas silvestres que colorean el suelo en primavera y verano. Brezos, arándanos y margaritas alpinas decoran el paisaje y ofrecen alimento a una fauna tan diversa como discreta. Las aves cantan desde lo alto, los insectos zumban en armonía y los ciervos se dejan ver al atardecer.

Caminar por aquí es más que hacer una ruta: es una experiencia sensorial. El suelo blando de agujas de pino, el sonido del viento en las copas, el crujido de la madera vieja... Todo invita a bajar el ritmo, respirar hondo y mirar más allá.

Los “abuelos del bosque”: testigos durante siglos

Dentro de esta inmensidad verde hay árboles que han visto más historia que cualquier castillo. Son los gigantes centenarios que protagonizan la famosa ruta de los “abuelos del bosque”. Este recorrido, que parte de un cruce llamado Tejeros, permite acercarse a ejemplares que llevan hasta quinientos años en pie.

Entre los más célebres está el imponente “pino rey”, que se alza con sus más de 17 metros como un verdadero guardián del bosque. Sus ramas abiertas y su tronco enorme nos hacen sentir diminutos. Paneles informativos nos cuentan detalles sobre la edad y dimensiones de estos colosos vegetales, añadiendo un toque didáctico a la aventura.

Este sendero está bien señalizado y es ideal para quienes buscan una caminata tranquila, sin demasiada dificultad, pero con un fuerte componente emocional. Al estar rodeados de árboles que han resistido siglos de nieve, fuego y tormentas, uno no puede evitar reflexionar sobre el tiempo y la permanencia.

Cascadas secretas que surgen en el silencio del pinar

Las aguas que cruzan el pinar son otro de sus grandes encantos. El GR-86 es una de las rutas más espectaculares para descubrir saltos de agua escondidos entre la vegetación. Pasado el Altar de los Peregrinos, y tras dejar atrás un pequeño refugio, aparece la cascada de la Mina del Médico. Su acceso es algo más técnico, con una pendiente marcada, pero el esfuerzo se ve recompensado con creces.

Para quienes prefieren caminos más suaves, existe la Ruta de las Cascadas. Este paseo enlaza varias caídas de agua, como la del río Ojeda, la Chorrera o el Paso del Peñoncito. No son especialmente altas, pero su entorno, en pleno bosque, las hace perfectas para una excursión familiar. En primavera, el deshielo multiplica su belleza y convierte el recorrido en un espectáculo natural.

Estas rutas permiten descubrir rincones donde el agua ha esculpido rocas y creado pozas ocultas. Cada curva del camino guarda una sorpresa, y no es raro encontrarse con mariposas, ranas o incluso truchas en los tramos más limpios.

Más allá del bosque: lagunas, picos y pueblos con alma

Si el pinar ya es motivo suficiente para viajar, el entorno no se queda corto. Desde la localidad de Covaleda es fácil adentrarse en las alturas de la Sierra de Urbión. Los glaciares prehistóricos han dejado circos de piedra que hoy albergan lagunas como la Laguna Negra, famosa por sus aguas oscuras y su leyenda misteriosa. Más arriba, donde la vegetación escasea, nace el Duero en un paraje desolado y épico.

Hacia el sur se alza la Sierra de Resomo, con formaciones curiosas como la “piedra andadera” o la cueva del Tío Melitón, lugares ideales para explorar en solitario o en grupo. Desde aquí también se puede seguir el curso del Duero por la carretera CL-117, viendo cómo el río se transforma en un embalse inmenso: la Cuerda del Pozo.

En el camino esperan pueblos como Vinuesa, Salduero, Molinos de Duero o el propio Covaleda. Pequeños núcleos rurales con arquitectura tradicional y buena oferta de alojamiento. Son el refugio perfecto tras una jornada de aventura, con restaurantes acogedores y paisajes que invitan a quedarse un rato más.

El pinar de Soria no es sólo un lugar bonito. Es un gran territorio vivo, lleno de historia y con infinitas rutas por descubrir. Ideal para senderistas, familias, viajeros solitarios y cualquiera que necesite un respiro auténtico. Aquí, el silencio y la naturaleza se dan la mano, y cada paseo se convierte en un recuerdo que vale la pena contar.