Las profundidades ocultas de España: 5 cuevas gigantes que parecen de otro planeta

Explorar estas gigantescas cuevas españolas es como entrar en otro mundo. No son para turistas convencionales, pero sí para soñadores de aventuras profundas y misteriosas.

El subsuelo español también tiene sus catedrales. Y algunas de las cuevas más espectaculares se esconden bajo tierra, en paisajes que nunca verás desde una carretera. En España, las entrañas del país guardan cinco colosos de la geología que bien podrían protagonizar una novela de ciencia ficción. Si alguna vez pensaste que ya lo habías visto todo, es que aún no te has asomado a estas gigantescas cavidades.
La espeleología es un mundo que sólo unos pocos pueden practicar, pero eso no impide que las cuevas más largas, profundas y enigmáticas del país despierten el interés de miles de personas cada año. Fotografías, vídeos y relatos nos permiten asomarnos, aunque sea desde la superficie, al impresionante mundo subterráneo de estas cinco joyas naturales.
Hayal de Ponata: la frontera invisible entre Navarra y Álava
Bajo la Sierra Salvada se esconde una red subterránea que supera los 90 kilómetros, una dimensión que pocos conocen. Este sistema, llamado Hayal de Ponata, se extiende por tierras de Burgos, Álava y Vizcaya. Comenzó a ser explorado hace poco más de cuatro décadas, yesde entonces, su red de galerías no ha dejado de crecer.
Acceder a ella no es sencillo. Exige cuerdas, neopreno y bastante experiencia. La famosa travesía SR-7 / SI-44 es una ruta sólo apta para espeleólogos bien entrenados, con una duración media de seis a ocho horas. Uno de sus lugares más impactantes es la llamada “Galería de los Siete Magníficos”, un corredor vasto y caótico, con montañas de bloques que parecen sembrados por titanes.

La sima histórica de Ponata I fue el primer acceso registrado, pero con el tiempo se han descubierto otras entradas que atraviesan el subsuelo del valle de Losa. Una gruta que, pese a no estar en las rutas turísticas, merece estar entre los grandes hitos subterráneos del país.
Gándara: el gigante escondido del valle cántabro de Soba
En pleno corazón de Cantabria, el Sistema de Gándara se abre paso bajo tierra con una red de 119 kilómetros y profundidades que alcanzan los 800 metros. Su exploración comenzó en los años ochenta, siguiendo el curso del río del mismo nombre, y su cartografía ha ido creciendo con nuevas entradas más accesibles.
En 2015, Miguel Uceda, de Allianz Popular, durmió en la Cueva de Gándara para luchar contra el síndrome de Rett. pic.twitter.com/3CMGPWFtHU
— Allianz España (@Allianz_es) March 1, 2016
Este lugar no se deja conquistar fácilmente. Para llegar a sus entrañas hay que atravesar descensos técnicos, pasos estrechos y formaciones que parecen salidas de otro mundo. Sin embargo, quienes lo han recorrido coinciden en que su belleza lo convierte en uno de los sistemas kársticos más espectaculares de Europa.
El Gándara es un universo paralelo donde el silencio, la humedad y la oscuridad transforman cada paso en una experiencia casi sensorial. Y aunque no se puede visitar sin preparación, su magnetismo traspasa las paredes de roca gracias a los vídeos y mapas que los exploradores comparten.
Mortillano: cuando la historia humana se cruza con la piedra
Con 146 kilómetros de longitud y 950 metros de desnivel, el Sistema Mortillano atraviesa los términos municipales de Soba y Ruesga. Su historia reciente saltó a los medios cuando varios espeleólogos quedaron atrapados en su interior durante días, pero la verdadera relevancia de esta cueva va mucho más allá.

En su interior no sólo hay galerías interminables, también vestigios de quienes habitaron o visitaron estas grutas en tiempos remotos. Restos óseos de animales y utensilios prehistóricos demuestran que este sistema no fue siempre un lugar inaccesible. La cueva tiene más de 20 entradas, lo que ha permitido múltiples rutas de investigación.
Aunque no está abierta al turismo, la zona ofrece alternativas cercanas para quienes quieran descubrir el mundo subterráneo de Cantabria: la Red de Cuevas del Alto Asón, donde hay recorridos guiados en cavernas más amables como Coventosa o Cayuela.
Ojo Guareña: la cueva que sí puedes visitar
En Burgos, cerca de la Merindad de Sotoscueva, se encuentra uno de los complejos subterráneos más largos de Europa. Sus 110 kilómetros de galerías forman parte de una estructura de seis niveles que ha sido moldeada por los ríos que la cruzan: el Guareña y el Trema.

Lo que hace diferente a Ojo Guareña es que sí puedes entrar sin tener que ser un experto. Desde la cueva Palomera hasta la de San Bernabé, donde hay incluso una ermita excavada en la roca, este espacio está acondicionado para la visita del público general. Un auténtico regalo para quienes quieren tocar con la vista el pasado de la Tierra.
En su interior hay arte rupestre, restos humanos y muchas historias grabadas en piedra. No en vano, ha sido declarado Bien de Interés Cultural y está incluido en la Red Natura 2000. Un ejemplo perfecto de cómo el patrimonio natural y cultural pueden ir de la mano.
Alto Tejuelo: la inmensidad silenciosa de Cantabria
Casi tres décadas de exploración fueron necesarias para cartografiar los 206 kilómetros del sistema de cuevas más extenso del país. El Alto Tejuelo, situado en San Roque de Riomiera, conecta más de una veintena de entradas y alcanza profundidades de 450 metros.
En su interior hay ríos, salas tan grandes como campos de fútbol y fenómenos rarísimos como el “Moonmilk”, una sustancia blanca y blanda que absorbe el sonido hasta hacerlo desaparecer. Los que han estado allí aseguran que el silencio es tan profundo que no puedes oír a alguien que te hable a pocos metros.
"Cantabria se sitúa a la cabeza en el ámbito de la espeleología a nivel estatal y también dentro del continente europeo"
No hay infraestructura para visitas, y probablemente nunca la haya. Esta cueva no es para el turismo, sino para la investigación y la fascinación desde la distancia. Aun así, es una de esas hazañas de la naturaleza que vale la pena conocer, aunque sólo sea desde la superficie.
Estas cinco cuevas son mucho más que grietas en la roca: son auténticos monumentos subterráneos. Lugares que nos recuerdan que, aunque creamos conocerlo todo, aún hay grandes zonas por descubrir justo debajo de nuestros pies.