Cartes: la joya escondida en Cantabria con casonas barrocas, un torreón medieval y un entorno natural impresionante
Un lugar de Cantabria declarado Bien de Interés Cultural sorprende con sus casonas del XVII, un torreón medieval y un ambiente que mezcla historia, naturaleza y calma a partes iguales.
En el valle del Besaya, rodeado de montañas siempre verdes, se encuentra Cartes. Pese a su enorme atractivo patrimonial, pocos lo mencionan cuando se habla de pueblos con encanto en España.
Caminar por sus calles es descubrir un pasado vivo. No aparece en todas las guías ni en las típicas recomendaciones turísticas, pero basta entrar en su casco histórico para notar que aquí el tiempo se mueve de otra forma.
La villa de Cartes linda al norte con Reocín, al oeste con Mazcuerras, al sur con Los Corrales de Buelna y al este con Torrelavega.
Una calle que nunca perdió su pulso en Cartes
El alma de Cartes late en la calle Real, un eje de piedra que conserva siglos de vida. Fue durante mucho tiempo la vía de comunicación entre Santander y la Meseta, y por ella transitaban comerciantes, soldados y viajeros cargados de historias.
Hoy, al recorrerla, se sienten los ecos de aquel movimiento. Fachadas blasonadas, balcones de madera y soportales recuerdan que esta villa fue testigo de un trasiego constante. Pasearla sin prisa es como abrir un libro donde cada piedra guarda memoria.
La importancia de este espacio llevó a que en 1985 se reconociera como Bien de Interés Cultural. Ese sello protege no solo las casonas, sino también el trazado urbano original, garantizando que la vida cotidiana siga mezclada con siglos de patrimonio.
Las casonas, los torreones y la heráldica de Cartes
El conjunto urbano de Cartes es un auténtico escaparate barroco. Las viviendas del XVII y XVIII lucen escudos nobiliarios que hablan de las familias que aquí prosperaron gracias al comercio. Los arcos de piedra y los balcones corridos cuentan, sin palabras, la riqueza de una época en la que el pueblo fue enclave estratégico.
Entre todo el caserío destaca el Torreón de Cartes, levantado en el XV. Su presencia al final de la calle Real da carácter al lugar. Fue fortaleza defensiva, símbolo de poder y ahora, memoria de un pasado en el que el valle tuvo gran peso militar y comercial.
Este torreón, también protegido como Bien de Interés Cultural, aporta solemnidad al conjunto. Su silueta pétrea recuerda que el pueblo no es solo un escenario bonito, sino una pieza clave en la historia cántabra.
Entre montañas y celebraciones
El atractivo de Cartes no acaba en sus muros. El entorno natural lo convierte en un lugar perfecto para combinar patrimonio y senderismo. El río Besaya acompaña rutas que enlazan con otros pueblos del valle, y las montañas invitan a desconectar a ritmo pausado.
La tradición también tiene su hueco. Las fiestas de San Cipriano, cada septiembre, transforman el casco en un escenario lleno de música y color. En verano, mercados y actividades evocan su pasado medieval, devolviendo vida a los soportales y plazas.
Esa mezcla de naturaleza, celebraciones y calma convierte a Cartes en una alternativa distinta frente a destinos más concurridos como Santillana del Mar. Aquí el visitante encuentra autenticidad sin aglomeraciones, un privilegio cada vez más escaso.
Con su calle Real como columna vertebral, sus casonas barrocas y el Torreón vigilando el paso del Besaya, Cartes demuestra que todavía quedan tesoros sin explotar en el mapa turístico español. Un secreto bien guardado que, poco a poco, pide su lugar.
