La misteriosa ruta de “los Ojos del Diablo” que esconde el mejor mirador del norte de España

Belén Valdehita
Belén Valdehita 14 Noviembre, 2025

Un sendero costero entre acantilados, roca y mar nos lleva hasta un arco natural con las vistas más sorprendentes del Cantábrico.

Mirador de los Ojos del Diablo, en Cantabria
El arco natural de “los Ojos del Diablo” ofrece una de las panorámicas más espectaculares del mar Cantábrico desde la costa cántabra.

En el municipio de Castro Urdiales, en Cantabria, la playa de Oriñón marca el inicio de una caminata que combina mar, roca y silencio. Con más de un kilómetro de extensión, esta franja de arena fina ofrece un paisaje sereno antes de emprender el ascenso. Desde la zona del camping, donde se puede dejar el coche, se empieza a caminar con el sonido del oleaje como banda sonora.

El recorrido comienza por una carretera asfaltada y, tras un corto tramo, aparece la parroquia de Oriñón, donde un discreto sendero se abre paso entre la vegetación. En este punto, el camino se divide en cuatro, pero el que interesa es el que sube hacia los Arcos de Llanegro, conocidos popularmente como “los Ojos del Diablo”.

La subida no es excesivamente exigente, aunque sí requiere atención en algunos tramos donde la pendiente se vuelve más pronunciada. La ruta, circular y de dificultad moderada, combina la frescura del entorno costero con el aire más seco de la ladera, ofreciendo un contraste natural que acompaña todo el trayecto.

Lo “Ojos del Diablo”, un mirador natural del Cantábrico

A medida que se gana altura, el terreno nos premia con unas vistas panorámicas que parecen sacadas de una postal. Entre brezos y rocas se adivina el horizonte marino, y poco a poco el camino conduce hasta el punto más esperado del recorrido: el arco de piedra conocido como “los Ojos del Diablo”.

Mirador de los Ojos del Diablo, en Cantabria
La subida desde la playa de Oriñón hasta "los Ojos el Diablo" combina mar, montaña y senderos rocosos en un recorrido perfecto para los amantes del paisaje.

Este enclave, que actúa como una ventana natural, permite contemplar el mar Cantábrico en toda su amplitud. El viento suele ser constante, y el sonido del mar se mezcla con el de las gaviotas, creando una atmósfera casi cinematográfica. Desde aquí se distingue la llamada costa ballena, un accidente geográfico que recuerda la forma de este animal, visible desde lo alto de la cresta.

El arco funciona como una auténtica mirilla de roca. Mirar a través de él es asomarse a un lienzo vivo donde las olas golpean los acantilados. Es un lugar perfecto para detenerse, respirar y entender por qué tantos senderistas eligen este tramo para desconectar.

El regreso: entre carretera y recuerdos

Tras disfrutar del mirador, el camino continúa en descenso. El tramo de vuelta pasa por zonas más suaves y, poco a poco, se alcanza la Nacional 634, que hay que cruzar con precaución. Desde ahí, sólo quedan un par de kilómetros hasta regresar al punto de inicio. El final del recorrido deja la sensación de haber descubierto uno de esos rincones que parecen inventados para quienes buscan experiencias sencillas pero totalmente memorables.

Mirador de "los Ojos del Diablo", en Cantabria
Desde la cima, el horizonte se abre en un mirador natural que enmarca el azul del Cantábrico a través de una ventana de piedra única.

El itinerario completo suma casi nueve kilómetros, con un desnivel de unos 460 metros, lo que lo convierte en una ruta ideal para caminantes con cierta experiencia o para quienes disfrutan de los recorridos exigentes pero asumibles.

Durante el trayecto, los cambios de luz sobre el mar y las nubes que se mueven rápidas crean un espectáculo continuo. El norte de España, y en especial Cantabria, vuelve a demostrar que su combinación de montaña y mar es inigualable.

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