Cuatro árboles legendarios en Burgos

Los árboles son vida, y en muchos casos también forman parte de la historia de pueblos y ciudades. Hasta 111 árboles singulares podemos encontrar en la provincia de Burgos, y lo son por su antigüedad, su tamaño, por alguna rareza, por su valor estético, por tener relación con la historia de un lugar…

Y también hay árboles burgaleses que poseen su propia leyenda, como es el caso de estos cuatro especímenes: el Manzano de Castrojeriz, el Doncel del Monte Santo del Convento de La Aguilera, la Encina Sagrada de Sotoscueva y la Olma de Riocavado.

• El Manzano de Castrojeriz: según reza la leyenda, al saltar el Apóstol Santiago con su caballo desde la colina donde se encuentra el Castillo de Castrojeriz cayó sobre un manzano que tenía su tronco hueco, y en su interior se halló una talla de la Virgen. Y es esa imagen la que hoy en día se venera en la Colegiata de Santa María del Manzano, una de las tres iglesias que posee esta villa burgalesa. Para recordar la leyenda, junto a la puerta del templo se pueden ver unas herraduras que hacen referencia al caballo de Santiago.
• El Doncel del Monte Santo del Convento de La Aguilera: situada muy cerca de Aranda de Duero, con este rimbombante nombre se conoce a un gran pino piñonero ubicado en lo más alto de la Cuesta del Águila, también llamado el Monte Santo. Su peculiaridad, que nunca ha sido talado. Se cuenta que San Pedro Regalado salía todas las noches descalzo del cercano Convento de La Aguilera con una gran cruz, y con ella a cuestas subía hasta lo más alto del monte recorriendo las 14 estaciones de un Vía Crucis, y que la última se hallaba en este mismo árbol.

• La Encina Sagrada de Sotoscueva: se encuentra cerca de la localidad de Quintanilla del Rebollar, y del Monumento Natural de Ojo Guareña, en la Merindad de Sotoscueva. Y para ser más exactos, en el Alto de la Concha. Se trata de una gran encina rodeada por 16 asientos hechos de arenisca. Ésta, en realidad, es la sustituta de la Encina Sagrada. Y es que según una leyenda del siglo XVIII, la encina original era venerada por los habitantes del lugar. Al enterarse el Arzobispo de Burgos lo consideró un culto pagano y demoníaco, por lo que mandó cortarla, quemarla y dispersar sus cenizas por el campo.
• La Olma de Riocavado: por desgracia ya no está entre nosotros, pero todavía forma parte de la historia de Riocavado de la Sierra y de Burgos. Y es que esta olma, que murió en el año 1988, llegó a ser la más famosa en su especie de toda Castilla y León. Los motivos, su gran tamaño y su antigüedad, dado que se cree que fue plantada cuando se consagró la iglesia románica junto a la que se encontraba. Una leyenda local cuenta que la olma se hizo tan grande porque se alimentaba de los cadáveres de una cementerio moro que se encontraba bajo ella. Incluso se decía que el pueblo se asentaba sobre sus raíces.