Este rincón de El Bierzo es la parada más mágica del Camino de Santiago

Puente medieval, calles de piedra y ambiente peregrino: Molinaseca es una parada imprescindible para quien recorre el Camino de Santiago por tierras bercianas.

Entre Ponferrada y las montañas se esconde una localidad que respira historia. Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1975, la población leonesa de Molinaseca se ha convertido en uno de esos lugares que, más allá de su encanto, reflejan siglos de paso de caminantes.
Su puente, bautizado como “de los peregrinos”, marca el acceso al casco urbano y simboliza la importancia que este enclave ha tenido desde hace cientos de años. Lo que empezó como un pequeño asentamiento ligado al oro de Las Médulas terminó siendo toda una referencia para viajeros y reyes.
Molinaseca: un viaje al pasado entre piedra y leyendas
La huella romana está en los orígenes de Molinaseca. La proximidad a las explotaciones auríferas hizo que ya en la antigüedad hubiera actividad y movimiento en la zona. Después llegaron los visigodos y los musulmanes, aunque la villa ganó identidad propia en la Edad Media.

El topónimo procede de los “molinos secos”, vinculados a la vida monástica del siglo XII. En esa época se levantaron casas solariegas que aún hoy se conservan en la calle Real, eje del municipio y camino de paso hacia Galicia.
En este trazado aparecen edificios destacados como la Casona de Don Pelegrín o el Palacio de Cangas de Pambley. Ambos recuerdan el poder de las familias nobles de la época, con blasones, torres y balconadas de madera que mantienen un aire pintoresco y fotogénico.
Iglesias con historia y vistas privilegiadas en Molinaseca
Quien pasea por Molinaseca no debería saltarse la Iglesia de San Nicolás de Bari. Levantada en el siglo XVII sobre una colina, nos regala panorámicas del caserío y de los tejados de pizarra que definen el estilo de la comarca. Su portada barroca y los retablos del interior son auténtico testimonio de un arte que sigue sorprendiendo.

A pocos metros, el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias ofrece otra parada obligada. Sus raíces se remontan al siglo XI, cuando era apenas una ermita para caminantes. La ampliación de los siglos XVII y XVIII, impulsada por figuras locales, dio forma al templo que conocemos hoy en día.
Ambos templos conectan al visitante con la espiritualidad de un lugar que sigue siendo paso y refugio en el Camino de Santiago. Las campanas de San Nicolás, que cada mediodía suenan con el Ave María, lo recuerdan con un eco inconfundible.
Naturaleza y rutas de El Bierzo
El entorno natural es otro de los grandes atractivos. El río Meruelo atraviesa el pueblo y proporciona una playa fluvial perfecta para refrescarse en verano. El agua suele estar fría, pero el ambiente invita a descansar junto a su cauce.

Los amantes del senderismo tienen la ruta de Las Puentes de Malpaso, un recorrido circular de algo más de diez kilómetros, sin grandes complicaciones y bien señalizado. El itinerario combina paisajes de ribera, bosques y antiguos pasos hasta alcanzar puentes con nombres legendarios.
A pocos kilómetros, Las Médulas ofrecen un espectáculo único. Las antiguas minas romanas transformaron el relieve y hoy forman un paisaje declarado Patrimonio Mundial. Cuevas, miradores y rutas completan una excursión imprescindible para quienes quieran entender la magnitud del legado romano en El Bierzo.
Sabores para completar la visita
La experiencia no acaba sin probar la cocina berciana. El botillo es el plato más emblemático, contundente y cargado de tradición. Para quienes prefieren otras alternativas, los pimientos asados y las cerezas en aguardiente son apuestas seguras.
Los dulces también tienen protagonismo. La tarta de castañas y las mermeladas artesanas son recuerdos gastronómicos que resumen la esencia de una tierra fértil y con identidad propia.
Visitar Molinaseca es detenerse en un lugar donde convergen historia, arquitectura, naturaleza y buena mesa. Una parada breve que se convierte, casi sin querer, en uno de los recuerdos más intensos del Camino de Santiago.