Reinosa, la puerta de acceso a Cantabria
La primera gran localidad que encontramos al pasar de Castilla y León a Cantabria es Reinosa, un histórica villa rodeada por un impresionante entorno natural de montañas.
En la comarca de Campoo-Los Valles, donde las montañas alcanzan grandes alturas, y donde la costa queda a poco más de 70 kilómetros, se alza la pequeña y encantadora ciudad de Reinosa. Situada más cerca de la provincia castellana de Palencia que de la ciudad cántabra de Santander, siempre ha sido un paso natural de la meseta a la cornisa cantábrica. Se encuentra en plena Ruta del Besaya del Camino de Santiago del Norte, y durante siglos ha visto pasar por sus calles miles de peregrinos.
Surcada por el río Ebro, esta villa surgió y creció en la Edad Media, alcanzando un gran esplendor entre los siglos XVII y XVIII. A lo largo del siglo XX, la población vio nacer y agonizar un gran entramado de industrias metalúrgicas, que llevó a una parte de su población a emigrar.
Hoy en día, Reinosa es una localidad contemporánea dotada de un gran legado histórico, y buena conservadora de sus tradiciones. Sigue siendo el núcleo industrial más importante del interior de Cantabria, aunque en la actualidad es el sector servicios el que mayor aporte económico genera. El turismo, centrado en la naturaleza, los deportes de invierno y en la cercana estación de esquí y montaña de Alto Campoo, también es una buena fuente de ingresos.
Qué ver en Reinosa
Poseedora de un gran legado de estilo barroco, la ciudad de Reinosa merece ser recorrida con tranquilidad, disfrutando de lugares que es bueno conocer y fotografiar. Es el caso de la Iglesia de San Sebastián, que se halla en pleno centro de la villa y está considerada Bien de Interés Cultural y Monumento-Artístico. Fue edificada sobre una antigua capilla románica a la que en el siglo XVIII se le incorporó la torre del campanario, la portada, una cúpula sobre el crucero y dos naves laterales de estilo neoclásico.
La Plaza del Ayuntamiento acoge un buen número de edificaciones que datan de los siglos XVI y XVII, además de contar con una zona de soportales en la que encontraremos bares, restaurantes y tiendas. Y no es la única zona de soportales que hay en la localidad, cuyo lluvioso clima precisa de este tipo de construcciones para guarecerse y mojarse lo menos posible.
La visita a esta población cántabra también debe incluir el Puente de Carlos III, del siglo XVIII; la
Fuente La Aurora, en la calle Mayor, también del XVIII; el Teatro Principal, inaugurado en 1803 en la calle Mayor; el Cañón, cuyo origen podría ser de finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX; los torreones de los Navamuel y Manrique y Navamuel y Calderón, los edificios más antiguos de la ciudad, o las casonas ilustres del XVIII repartidas por la villa, como la “Casa de la Niña de Oro”, la Casa de Pano o del Marqués de Cilleruelo o la Casuca de la Ascensión.
Qué hacer en Reinosa
Dar buena cuenta de la cocina tradicional de Reinosa es siempre un buen plan. Aquí predomina la cocina campurriana, en la que se entremezclan los contundentes platos castellanos con las típicas recetas de esta parte del Norte de España. La carne es el ingrediente predominante, especialmente la procedente de la caza, y los peces de río, como la trucha. Además, la repostería local goza de muy buena reputación, en especial dulces como la pantortilla, las rosquillas o la leche frita.
El encuentro con la naturaleza es inevitable en esta parte de Cantabria, y resulta de lo más gratificante. En invierno se pueden practicar los deportes de invierno en la estación de esquí de Brañavieja Alto Campoo, y en verano disfrutar de los deportes náuticos en el pantano del Ebro. Pescar en los caudalosos ríos de la zona; recorrer las rutas de la Red de Senderos de Cantabria en Campoo-Los Valles, o ascender hasta el Pico Tres Mares, que cuenta con más de 2.000 metros de altura, son también tres planes a tener en cuenta.
Y es importante conocer y vivir las tradiciones y fiestas de Reinosa, como la festividad de San Sebastián, el 20 de enero, y su tradicional concurso de ollas ferroviarias; la celebración de Santiago Apóstol, el 25 de julio, que incluye un mercado campurriano, o la festividad de San Mateo, la más importante, que cuenta con actos como las “Justas Literarias” o un gran desfile de carrozas. Y no hay que olvidar la celebración del Día de Campoo, una fiesta de Interés Turístico Nacional que tiene lugar el último domingo de septiembre y posee un marcado carácter popular y folclórico.
