Cueva de Covalanas, un tesoro oculto del arte rupestre
La Cueva de Covalanas es discreta, elegante y evocadora. Es una parada imprescindible para quienes buscan comprender el pasado y disfrutar de un turismo cultural auténtico, en equilibrio con la naturaleza y la historia.
Puede parecer que Altamira eclipsa a todas las cuevas cántabras, sin embargo, este territorio atesora otras diez que también forman parte del listado del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Una de ellas es Covalanas, que es conocida como la Cueva de las Ciervas Rojas por sus dibujos. Se encuentra en la localidad de Ramales de la Victoria y fue descubierta en el año 1903 por el arqueólogo Hermilio Alcalde del Río y el paleontólogo Lorenzo Sierra.
Este tesoro prehistórico, uno de los más fascinantes del norte de España, tiene un acceso muy discreto pero es extraordinario en su interior y, por supuesto, ofrece a sus visitantes una experiencia única. Aunque hay un hueco abierto al público, para visitar la Cueva de Covalanas hay que adquirir la entrada con antelación, ya que por sesión sólo entran 4 personas. Se realizará con guía y la duración de la misma es de 45 minutos.
Covalanas y las Ciervas Rojas
La Cueva de Covalanas está enclavada en el paisaje verde del valle del Asón y ofrece un viaje directo a la mente y a la sensibilidad artística de nuestros antepasados del Paleolítico, pues destaca, precisamente, por la fuerza expresiva y la conservación de sus pinturas, realizadas hace más de 19.000 años.
Sin embargo, y como ya hemos nombrado antes, lo que hace verdaderamente única a la Cueva de Covalanas es una extraordinaria colección de ciervas pintadas en color rojo, elaboradas con la técnica del tamponado, que consiste en aplicar el pigmento con los dedos o con instrumentos rudimentarios. Estas figuras son estilizadas y elegantes, y muestran un dominio sorprendente de la anatomía animal, así como un profundo conocimiento del entorno natural.
Las ciervas aparecen representadas en actitud serena, con perfiles marcados y orejas en forma de “V”, un rasgo característico de esta cueva. A su alrededor se conservan también signos, puntos y trazos que aún hoy despiertan muchas preguntas entre los investigadores. Más allá de ser simples decoraciones, estas pinturas forman parte de un complejo universo simbólico, posiblemente vinculado a rituales, creencias o formas de comunicación ancestrales.
Cómo visitar y qué ver en Covalanas
La Cueva de Covalanas no está masificada, su visita es reducida y guiada, y eso se traduce en una experiencia tranquila y respetuosa con el yacimiento y para el visitante. Para acceder, hay que realizar una breve caminata por la ladera del monte Pando y, una vez en el interior, la cueva se divide en dos galerías principales, siendo una de ellas la que alberga la mayor parte de las pinturas. El ambiente es silencioso y sobrecogedor y la iluminación tenue permite contemplar las figuras sin alterar su conservación. La explicación del guía ayuda a contextualizar cada panel y a comprender la importancia histórica y artística del conjunto.
Visitar la Cueva de Covalanas es mucho más que observar pinturas antiguas, es conectar con los orígenes del arte, con la capacidad humana de crear belleza y significado incluso en los tiempos más remotos. Frente a las ciervas rojas, que han sobrevivido milenios, el visitante no puede evitar sentir admiración y respeto por aquellos primeros artistas que, con medios sencillos, dejaron una huella eterna.
Además, la Cueva de Covalanas no es solo un destino cultural, sino también una excelente excusa para disfrutar de la naturaleza cántabra. Su entorno es perfecto para combinar la visita con rutas de senderismo, paseos por el valle del Asón o excursiones a otros puntos de interés cercanos, como la Cueva de Cullalvera, la de Ramales o el propio casco histórico de la villa.
