El bosque secreto de Ávila que enamora: castaños gigantes, caminos de cuento y un otoño que parece pintado a mano
Hay un rincón de Ávila escondido entre montañas que se convierte cada otoño en uno de los paisajes más magnéticos de España. Un lugar donde el tiempo parece detenerse.

A veces imaginamos que los grandes escenarios naturales se encuentran lejos, asociados a postales alpinas o a bosques imposibles de Centroeuropa. Sin embargo, en pleno corazón de Castilla y León nos aguarda un entorno que no tiene nada que envidiar a esos paisajes que solemos idealizar. Allí, al pie de las laderas que dibujan la Reserva Natural del Valle de Iruelas, se extiende un castañar que parece surgido de un relato fantástico.
Se trata de El Castañar de El Tiemblo, un enclave que encierra siglos de historia bajo sus copas y que cada otoño vive un estallido de color difícil de explicar con palabras. Quien se adentra por sus senderos descubre un ambiente silencioso, cargado de vida, donde los árboles centenarios marcan el compás de una caminata sencilla, corta y perfecta para descansar del ruido diario.
Un castañar milenario con una ruta para todos
Este espacio forestal nació hace más de un milenio, y esa larga trayectoria se nota en la solidez de sus ejemplares y en la calma que desprende cada tramo. Para recorrer El Castañar de El Tiemblo sin perder detalle, lo ideal es seguir el conocido itinerario circular de 4,4 kilómetros que parte del Área Recreativa de El Regajo. No exige un gran esfuerzo, avanza con un desnivel suave y permite vivir una caminata apta para familias, grupos de amigos o parejas que busquen un plan diferente en plena naturaleza.

El recorrido discurre entre frescas sombras, claros luminosos y tramos donde la hojarasca se convierte en una alfombra. Durante el trayecto se aprecia cómo la vegetación del Valle de Iruelas abraza el camino, creando ambientes que nos recuerdan a las viejas leyendas rurales. Entre los giros del sendero aparece uno de los protagonistas de este paraje: un coloso vegetal que ya forma parte del imaginario de la zona gracias a su impresionante tamaño.
Ese gigante recibe un nombre que le va como anillo al dedo: “El Abuelo”. Con más de medio milenio de historia, este castaño se ha convertido en un auténtico símbolo local. Su silueta es inconfundible y su tronco hueco, enorme, lo ha hecho protagonista de infinidad de anécdotas. Vecinos del municipio cuentan que en otros tiempos servía de refugio improvisado para pastores y rebaños cuando el mal tiempo sorprendía en plena faena.
La fauna que da vida al Castañar de El Tiemblo
Aunque muchos visitantes se quedan con la imagen de los castaños monumentales, el corazón del Castañar de El Tiemblo late también gracias a la diversidad de los animales que lo habitan. El entorno ofrece alimento a numerosas especies, entre ellas jabalíes, zorros, pequeñas ardillas y distintos tipos de aves, desde águilas hasta ruiseñores que llenan de sonido los tramos más silenciosos. Las castañas que caen al suelo no son aptas para consumo humano, son silvestres y de poca calidad, pero para la fauna son esenciales.

Por ese motivo es vital respetar cada rincón del bosque. En los últimos años, el aumento de visitantes ha generado cierta presión sobre el terreno, algo que afecta a la capa fértil del suelo y, por tanto, a los animales que dependen de él. Mantenerse en los senderos señalizados, evitar recoger castañas y no dejar restos de comida son gestos sencillos que ayudan a conservar este entorno único.
La Reserva del Valle de Iruelas está catalogada como zona de gran valor ambiental, y el castañar es uno de sus tesoros más apreciados. Caminar por estos parajes implica entrar en un ecosistema muy delicado, donde cada detalle tiene su razón de ser. Respetarlo es esencial para que siga luciendo igual dentro de otras tantas generaciones.
Castañar de El Tiemblo: un destino perfecto para el otoño
Aunque el castañar mantiene su encanto durante los doce meses, el otoño es, sin duda, su momento más magnético. Los tonos cobrizos, ocres y anaranjados envuelven los senderos y dan la sensación de que el paisaje se ha teñido a propósito para recibir a quienes llegan desde distintos puntos del país. No hay filtros capaces de mejorar lo que se ve entre estos árboles.
La suave temperatura y la luz dorada de la estación convierten el paseo en una experiencia muy agradable, ideal para quienes buscan desconectar durante una mañana o una tarde. Además, la proximidad de El Tiemblo permite completar la escapada con una visita tranquila al pueblo, conocido por su ambiente tranquilo y su buena gastronomía.
Quienes planeen una salida otoñal distinta, sin grandes desplazamientos, encontrarán en El Castañar de El Tiemblo un plan perfecto. Ya sólo queda preparar calzado cómodo, una chaqueta ligera y dejarse llevar por un bosque que parece detenido en el tiempo.