Conoce la histórica Real Villa de Teguise, en Lanzarote

Maria Reig 01 Abril, 2020

Cultura y tradición canaria se aúnan en la pequeña Villa de Teguise, que tiene mucho por descubrir. Déjate seducir por este lugar capaz de transportarte a la Gran Aldea, que así era como la llamaban los majos, antiguos habitantes de Lanzarote.

Plaza de la Constitución e Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe
Juan José Villena

Teguise es uno de los siete términos municipales de Lanzarote y su villa fue, desde la primera mitad del siglo XV hasta 1852, la capital. Aúna tradición e historia, así como uno de los mercadillos más grandes de las Islas Canarias, que se celebra cada domingo con cientos de puestos de venta.

Algunas de las zonas más destacadas del municipio de Teguise son Costa Teguise, la caleta de Famara o la isla de La Graciosa. Costa Teguise es un punto de referencia turístico en la isla, con numerosos hoteles y locales de ocio, además de un campo del golf, el único en la isla. La caleta de Famara es una de las playas más espectaculares de Lanzarote y la isla de La Graciosa es un ‘punto y aparte’ en cuanto a naturaleza, belleza, luz y silencio. Pero el rincón protagonista de este reportaje es su villa, la Villa de Teguise.

Casa-museo del timple
Juan José Villena

La Real Villa de Teguise

El pueblo está asentado sobre la Gran Aldea de los majos de Lanzarote, los antiguos habitantes de la isla. En 1402 el francés Jean de Bethencourt llegó a la isla para acabar con la dinastía de Guadarfía, rey guanche. El nombre de Teguise se puso en honor a la princesa Teguise, hija de este rey, que acabó casándose con Maciot de Bethencourt, sobrino de Jean de Bethencourt.

Esta ciudad tuvo un rápido crecimiento económico y, causa de esto, fueron los numerosos ataques de piratas y corsarios en los siglos XVI y XVII. Debido a su legado, ha sido declarada conjunto arquitectónico histórico-artístico y, de hecho, cuenta probablemente con el casco histórico mejor conservado las Islas Canarias, pues no ha sufrido muchos cambios en los últimos cuatro siglos.

Uno de sus puntos fuertes actualmente es su artesanía. A su mercado dominical acuden artesanos de toda la isla y muestran sus trabajos de cerámica, orfebrería, cestería, etc. Las figuras más conocidas popularmente son ‘Los novios de El Mojón’, una pareja con los caracteres sexuales visiblemente desarrollados que antiguamente intercambiaban los prometidos.

Palacio del Marqués
Juan José Villena

Construcciones emblemáticas de la Villa de Teguise

La Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe destaca por encima del resto de las edificaciones de la villa. Comenzó siendo una pequeña construcción en la primera mitad del siglo XV sin ventanas y con asientos de piedra adosados a las paredes. Ha pasado por numerosos saqueos, incendios y destrucciones, pero siempre ha podido ser reconstruida gracias a las limosnas del pueblo.

Otro espacio único es la Casa-Museo del Timple que concentra en él un museo, un centro de estudios y un espacio cultural que tiene como objetivo divulgar, conservar y estudiar la cultura tradicional de Canarias. El instrumento del timple es típicamente canario y esta casa-museo alberga una gran colección, así como otros instrumentos procedentes de diferentes culturas.

Aunque hay más edificios destacables, el Palacio del Marqués siempre debe ser de visita obligada. En él vivió la familia Herrera y Rojas, propulsora de convertir a la villa en el centro político y social de Canarias. Con el tiempo, el palacio acabó en ruinas y, pasados los años, al tratar de restaurarlo se encontraron restos de una armería. Actualmente seis viviendas conforman lo que antiguamente habría sido el palacio de los Herrera.

Plaza de la Mareta
Juan José Villena

Las plazas más populares de la Villa de Teguise

La Plaza de la Mareta es una gran explanada en la que hoy en día juegan los niños y es un punto de encuentro para los vecinos de Teguise. Tiene sus orígenes en la época aborigen, cuando servía para almacenar el agua de la lluvia.

Por aquel entonces, el Cabildo decidía si el agua sería destinada para el consumo de sus habitantes o para los animales, y nombraba a la persona encargada de vigilar ese buen uso, conocido como maretero. Con el paso del tiempo, se fue ampliando y mejorando su infraestructura hasta que cayó en desuso con la llegada de la red pública de agua.

Otra de las plazas más conocidas es la de la Constitución, también llamada de San Miguel. Está en el centro de la villa, junto a la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Fue diseñada y posteriormente modificada por diferentes arquitectos, añadiendo las esculturas de dos leones más tarde. Las últimas incorporaciones fueron, hacia los años 40, la fuente y los bancos hechos con piedras de Arucas.

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